Siempre que estabamos juntas me susurrabas al oído que me amabas, una y mil veces. Cuando nos despedíamos, siempre me llamó la atención que me decías "A-diós... aunque soy atea". Reflexionando de una frase que leí (Dios es amor) entendí lo que me querías decir: Que nunca me amaste
Comentarios
Es bueno hacer una introspección en cada uno de nosotros para ver en qué hemos de pedir disculpas o sacar lecciones de vida, mas eso no quita importancia en que cada persona se construye a sí misma con sus actos y orígenes.
Cuídate mucho.
Un abrazo espacial para ti,
El Astronauta Konstantino